lunes, julio 30, 2007

Miguel con los ojos cerrados.

Miguel no era ciego ni padecía ninguna enfermedad ocular, no era tuerto ni cegato, y tampoco llevaba gafas. Se sentaba a fuera de su casa en unas silla de playa. Su rostro era bronceado, su piel ya estaba curtida por el sol, la nicotina y alcohol. Su camisa estaba abierta mostrando su canoso pecho y su dorada ancla de oro sobre su pelambrera. Sus manos eran gordas y callosas. Ningún cuchillo, clavo o púa pondrían hacerle un solo corte, así estos diez colosos dedos descansaban sobre sus rodillas, mientras que su mentón daba cordenadas al cielo y sus cejas casi se unian por el esfuerzo de pensar en yoquesé.
Permanecía horas y horas con los ojos cerrados, días, incluso meses. Su hija Laura le traía la comida, le acompañaba al baño, lo acostaba, mientras que Miguel eterno; con los ojos cerrados.
Una tarde los vecinos preguntaron a Laurita, que por qué de este comportamiento. Ella contesto:
-¿A veces no os pasa que cerráis los ojos, y recodáis tan bien cada detalle y minucia de algo ocurrido, que parece que lo podéis cambiar tan solo por recordarlo?
Mi padre intenta llamar a mi madre desde la ventana de la casa, para que no vaya a comprar el pan y no cruce aquella carretera en la que ahora solo hay flores y una cruz...
-Lástima de tu padre... Que se está perdiendo ver crecer a una hija preciosa... -Dijo la voz sabia del pueblo-.

7 comentarios:

La mirada del mono dorado dijo...

Bueno seguro que este pequeño "cuento" por llamarlo de alguna forma...Esta en el orden del día.Lamentablemente las perdidas,los recuerdos, los errores del pasado que permanecen en nuestra cabeza ocupando nuestro presente en algo que ya no podemos resolver.

Anónimo dijo...

Miguel es afortunado al cerrar los ojos y poder sentir los recuerdos como si fuera el presente. Pero más feliz podría ser si los abriera para poder ver crecer a sus hijos e hijos de sus hijos.

Caminos hay muchos y para poder seguir el tuyo, hay que tener bien abierto los ojos.

Tesa Medina dijo...

La historia de Miguel que se empeña en perderse el presente andando en círculos en el pasado más trágico le impide vivir, sentir.
Está cautivo en ese día en el que ella cruzó sin mirar, pero lo peor es que prefiere seguir encerrado lamentándose que luchar y vivir que exige valor y energía.

Como personaje, Miguel me gusta mucho, creo que se merece un cuento más largo.

Me alegro que vuelvas a escribir. Besos.

sb dijo...

a veces no pasa, nos empeñamos tanto en no perder el pasado que nos olvidamos de todo el presente a nuestro alrededor, y sólo somos capaces de recordarlo cuando ya es pasado...

Toni dijo...

Que bonito. Me ha puesto los pelos de puntas. Me alegra volver a leerte. Lo bueno nunca debe faltar.

crazyflamy dijo...

A veces siento que paso el 70% de mi vida con los ojos cerrados, tratando de ver colores pastel en estos días oscuros... buscando el sol a media noche y soñando con la Luna a media mañana...

Absurdo Rutinario dijo...

Impresionante parábola. Me ha gustado mucho. La descripción del personaje es interesantes desde el principio a fin.