domingo, septiembre 16, 2007

AL FONDO A LA IZQUIERDA


El cuarto de baño es precioso. Ya sé que no soy ningún especialistas en este tema, pero llevar veinte minutos sentado en la taza del retrete, me ha ayudado a apreciar el delicioso color vainilla de los azulejos, que contrasta finamente con el color chocolate de los rodapiés; Un detalle precioso, por cierto. Y sin ninguna duda el olor de jazmín de las velas aromatizada que bordean la bañera, a contribuido a que este lugar, se haya convertido en mi lugar favorito a partir de hoy. Por no hablar del juego de toallas... todas blancas, todas suaves y esponjosas.
El único elemento que no puede presumir de tanto glamour, es mi cuerpo curvado y semidesnudo por culpa de mi gastrointeritis. También llamada diarrea, lo que me hace más ridículo aún entre tanta perfección. El motivo de mi dolor de estómago, es Lucía.
Lucía, se encuentra tras la puerta de "mi lugar favorito." Estará bebiendo y riendo con los demás compañeros de trabajo. Maldita fiesta. La gente pensará que me a sentado algo mal o que me encerrado aquí a hablar por teléfono. Pero lo que me a sentado mal, ha sido su vestido. Es tan bonito, ¡Qué vaya! ¡Qué ni doscientos cuartos de baño! Pero sobretodo, ha sido su sonrisa la que me ha dado el pellizco en la barriga y removido el cava y los canapés que me tomé en el aperitivo. Y ya cuando se ha acercado a hablar conmigo, es cuando he tenido que huir y desalojarlo todo en este trono.
Si la culpa también es mía, tomando cava como si fuera James Bond en una de esas misiones secretas, comiendo salmón y todo... Pero ha quién quiero engañar, yo soy un hombre de Cola-Cao y bocadillos de queso para la cena. No pinto nada aquí. ¿Porqué habré venido? ¿Y porqué Lucía es tan perfecta?.
Recuerdo perfectamente el primer día que la vi. Tenía el pelo ondulado hasta la mitad de la espalda, una cascada azabache de una caída suave que fluía por su espalda canela. Sus ojos, negros como tapaderas que encerraban una vida que no quiero perderme, se abrieron al compás de su sonrisa, justo en el momento en el que abrió la partitura en sol:
-¿Dónde esta la maquina de café?.
Estuve titubeando durante el minuto más largo de mí vida, ella se cansó y se fue, cubierta por el aura que le baña por donde quiera que vaya. Mientras que yo, me quedé sentando babeando mi corbata con mi gorrito de orejas de burro... Es que soy todo un seductor.
Tener treinta y cinco años, una casa, un coche, una carrera de biólogo colgada en la pared, y tres hurones, Bifur, Bofur y Bombur, no bastan para sentirme seguro ante Lucía.
Sé perfectamente que todo esto es debido a una oleada de hormonas llamadas dopamina, y que si existiera una relación con Lucía, los niveles de oxitocina, nos inducirían al matrimonio duradero o a un divorcio. Esto del amor es tan solo un cóctel químico. Y como hombre maduro que soy, puedo soportar este trago... No, no puedo. Soy un gallina. Que le den a la química y a las explicaciones científicas. Esto no lo puedo controlar, y mi estomago tampoco. Lo mejor será que me quede aquí en silencio si no quiero hacer el ridículo en la fiesta cuando se acerque Lucía.
Escucho pasos... Se dirigen hacia la puerta... ¿Será ella? No por favor, que vergüenza..
-¡Carlos, soy Miguel, ¿estás bien?
-Sí, sí, ahora salgo estoy hablando por teléfono...
-¡Pero si no hay cobertura!

¿Qué le digo ahora?. Miguel, amigo mío, estoy enamorado de tu hermana hasta la médula. Y estoy en el cuarto de baño ocultándome de ella.
- ¡Ese es tu móvil que es un ladrillo! ¡Ahora salgo!.
-¡Vale! ¡Lo digo porque hay gente que se va ya! ¡Para que salgas y te despidas!
-Vale, ya termino
.
Que presión... Parece que ya se va el intruso. Sí, vuelvo a estar solo. Bueno tengo que afrontarlo, tengo que salir de aquí. No puedo ser un cobarde, y ahora que recuerdo ¡Lucía a pedido el traslado!. Y puede que hoy sea el último día que la vea, tengo que intentarlo, debo acercarme a ella y pedirle una cita.
Pensar que esta es mi última oportunidad, me vuelve loco, no puedo permitirlo. Como mi madre dice: "Las cosas buenas solo pasan una vez Carlitos". Y Lucía es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. ¡Tengo que levantarme!.
Lo primero, ponerme los calzoncillos. Que así no puedo ir a ningún lado.
¿Pero que pasa? ¡Las piernas! ¡No me siento las piernas! ¡Se me han dormido y no puedo levantarme! ¿Y ahora que hago? ¡La mujer de mi vida se me escapa y yo estoy sentado con los pantalones bajados sin sentirme los dedos de los pies! ¿Puedo ser más patético? ¿Y si me golpeo las piernas? No, mejor no, que con lo escuálido y débil que soy, capaz de desmayarme y despertarme mañana con una gran marca circular en el trasero delante de un médico de urgencias.
Piensa, piensa... Ya sé, ¡cojo un rollo de papel higiénico le prendo fuego y lleno todo de humo, alguno de la fiesta lo olerá y abrirá la puerta!... Pero como no lo huela... Acabaría chamuscado y con las nalgas intactas. Vaya sería la anécdota preferida del cuerpo de Bomberos de la ciudad. "Hombre estúpido muere en el cuarto de baños de una fiesta, completamente quemado, salvo su trasero blanco" todo un titular. Se acabo. Ahora sí que se acabó. Lucía estará a punto de irse, y seguro que habrá conocido algún tipo en la fiesta. El típico pintamonas que es amigo de alguno del trabajo y viene invitado. Que cuando escucha salsa coge de las manos a la chica, a la más guapa, en este caso Lucia, y le demuestra que ha estado dando clases de baile, le da las típicas vueltas que aparte de acabar mareada, queda encantada. Se rozarán se tocarán y ya está, surgirá el beso. Pintamonas 1- Biólogo cagón 0.
A ver si con un poco de suerte me escurro por el váter y llego a las alcantarillas, me hago una casita en una residencia de mutantes pijos, y vivo lejos de los chulos-musculitos-latinos cautivadores de Lucias. Pero seguro, que como los Domingos tendría que subir al exterior para comer en casa de mi madre, me lo encontraría agarrado de la mano de mi chica, paseando y tomando gofres de chocolate y riendo, ju,ju,ji,ji, mientras que yo estaría con escamas y ojos por todas partes esperando el bus para ir a casa de mi madre.
¡No puedo permitirlo! Aggggg... Vale ahora estoy en el suelo. No me siento el culo, pero ya no estoy sentado. Me intentaré poner los pantalones. Conseguido. Bien ahora solo toca esperar que los músculos se oxigenen y se llenen de sangre, ¡para resurgir de las alcantarillas! ¡Lucia espérame!
Venga, venga... Responder piernas, os prometo que si sale todo esto bien me compro uno de esos "masajes para pies"... Se está haciendo tarde... Está todo perdido... Y yo tumbado mirando el techo... Pero... ¿Qué es eso que asoma por la puerta? Una papel... ¿Quién habrá pasado esto por debajo de la puerta? A ver que pone:
655-00-55-42 Lucía.
Llámame. Besos.
Desde luego este será mi lugar favorito a partir de hoy.

14 comentarios:

La mirada del mono dorado dijo...

despues de tanto tiempo he vuelto.
y queria que mi vuelta fuera con una historia bonita y graciosa para variar...

ya os contaré que tal ha sido mi verano...

Absurdo Rutinario dijo...

Más que bonita, tierna. Más que graciosa... divertida.

A pesar de que me perdí en explicaciones durante el tramo medio del relato reconozco que envolviste la escena de lo necesario para sentirse uno mismo el personaje. Y al igual que él, sentirse tan bien con el final.

Es la mejor manera de volver.

Lucía dijo...

¡Ay qué risa! Eres un poco desastre, menos mal que la chica tomó la iniciativa, sino te quedas descompuesto y sin novia.
Besos.
P.D. ¿En serio cenas Cola-cao y bocadillos de queso? Pues deberías tener el estómago a prueba de bombas.

Tesa Medina dijo...

Hola, mono, bienvenido de nuevo. Espero que aparte de los problemas técnicos hayas disfrutado de las vacaciones, hayas descansado al menos y recuperado tu instinto de buen contador de historias. Seguro que tu verano va a servirte como material literario.

Con aroma a velas de jazmín, por supuesto, y una sonrisa he asistido a ese casi monólogo delicioso de Carlos, que para consolarse pacta con su “fracaso” antes de tiempo, y se autoflagela con mucha gracia. El decorado de la escena y la situación son muy ingeniosos.

Me ha gustado, mono, mucho.

Besos. Y no es una frase hecha, te he echado de menos.

María Jesús Siva dijo...

A veces ocurre que esa persona que roza nuestra vida y se vuelve especial para nosotros, también lo somos nosotros para ella, también la rozamos entre disimulos y miradas que se cruzan. No lo queremos ver porque estamos pendientes sólo de hacernos visibles a sus ojos que hemos intuído, erróneamente, que no nos ven. La autoestima que, en ocasiones, se nos baja a los pies. Pero ocurre que uno de los dos da el primer paso y...¡BINGOOO! Algo empieza a funcionar.
Muy descriptivo tu relato, muy visual.Me ha gustado.
Besos.

crazyflamy dijo...

Es un placer leerte de nuevo, que bueno que disfrutaste del verano y seguramente alimentaste tu inspiración, asi que podemos esperar muchas historias hermosas.

Un beso

Lucía.

wen- dijo...

:) me ha encantado! que gracioso el tipo y que graciosa la situación :)
Algunas mujeres es que tenemos buen gusto, no?

La mirada del mono dorado dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
vanmar dijo...

Simplemente genial, te he dicho ya que me encantan tus escritos?
Me encantan...

Ahora solo queda controlar que no se duerman las manos...

Un abrazo.

la cónica dijo...

Es una pena que se indigeste hasta ese punto una persona, un vestido precioso, una sonrisa. Pero si hay que indigestarse, mejor así, ¿no?

Por cierto: Pintamonas 1- Biólogo cagón 0- Lucía 655005542... ¡Palizón!

sb dijo...

un placer tu vuelta, y además con final feliz, mejor no acostumbrarse ;)

clipper dijo...

Me ha gustado mucho, hay que ver loq ue le da a uno por pensar en el cuarto de baño jajaja! Pero me gusta el final, pensaba que iba a acabar mal y se iba a ir..pero no! muy chulo muy chulo ^^

Tesa Medina dijo...

Hola, de nuevo, mono, ¿qué pasa, que ya se te ha acabado el empuje de después del verano?

Espero tus nuevas historias ahora que ya no tienes problemas técnicos y tampoco de inspiración.

Más besos,

crazyflamy dijo...

hey monito, espero que todo contigo esté bien, cuidate mucho, un beso...
tu amiga
Lucía.