Otra vez la ciudad llena de bombillas. Niñas con botas de cuero pasean por el centro, viendo los puestos de plata, pañuelo y velas aromáticas. Billeteras que se abren y compran y venden y vuelven a comprar regalos sin amor, que al abrirlos huelen a carbón. A mentira familiar. Falacias envueltas en papel de regalo, a compromisos molestos decorados con pegatinas de tiendas que estan en la esquina cerca de casa.

Olvidaron que la Navidad se lo inventó la Coca-cola y que Jesús nació en Primavera. Y que el gas, produce peos, y la cocaína, mal estar en el cerebro. Desfasan. Cervezas, Lambrusco y otras drogas. Da igual que tengas treinta o cuarenta. Siguen pensando que -Es fiesta- hasta que aprendan a escuchar los consejos de los viejos. Y vivan el día a día, que nada termina y que nada empieza, sino que todo gira.

Sopa de picadillo otra vez. Bragas rojas, un par de gotas de orina en el pantalón, los zapatos llenos de confeti. Aliento a ron. El domingo al cine, comemos a las cuatro, el café con tus abuelos. Yo no me pongo corbata. Sonríe por favor si viene Marta.

Que larga es la navidad, pero todo sea porque brillen las bombillas por una vez. Y que no sean las de las farolas las únicas que trabajen taaan solas.

En el coche hoy puedo sonreir por estar con ustedes y poder criticar mientras remiendo mi corazón, lo de "Qué bonita es la Navidad"

Sí, sopa de picadillo otra vez.